Desde La Puerta Angosta:
"
La Importancia de la Limosna
(Traducciones y Comentarios Bíblicos de Monseñor Straubinger)
Tobías 4, 7-12: "Da limosna de tus bienes, y no apartes tu rostro de ningún pobre; así conseguirás que tampoco de ti se aparte el rostro del Señor. Usa de misericordia con todas tus fuerzas. Si tienes mucho, da con abundancia; si poco, procura dar de buena gana aun lo poco; pues con eso te atesoras una gran recompensa para el día de la angustia. Porque la limosna libra de todo pecado y de la muerte, y no dejará caer el alma en las tinieblas. La limosna será motivo de gran confianza delante del altísimo Dios para todos los que la hacen."
(Dios nos está mirando siempre con infinito amor. El que esto sabe, no querrá perder esa mirada por no mirar con bondad al pobre. El que da al pobre se parece al agricultor que no pierde al dejar caer la semilla en los surcos. Por eso dice San Ambrosio: "Sed agricultores espirituales; sembrad lo que puede seros útil. Es sembrar bien poner la limosna en manos de las viudas. Si la tierra os da más de lo que le confiáis, ¡cuánto más os devolverá la caridad! Todo lo que dais al pobre, redunda en vuestro provecho; sembráis en la tierra, y esta simiente germina en el cielo." Recordemos siempre el Sermón de la Montaña: "Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzará misericordia" (Mt. 5, 7).)
Tobías 12, 8-9: "Buena es la oración con el ayuno, y mejor la limosna que acumular tesoros de oro; porque la limosna libra de la muerte, y es ella que borra pecados y hace hallar misericordia y vida eterna".
(Por limosna ha de entenderse aquí todas las obras de misericordia. "Así como el fuego del infierno, dice San Cipriano, se apaga con el agua saludable del bautismo, así la llama del pecado se apaga con la limosna y las obras buenas". "Las limosnas, dice San Leon Magno, borran los pecados, y preservan de la muerte y del infierno".).
Tobías 14, 11: "Encomendad a vuestros hijos que practiquen la justicia y den limosnas; que tengan presente a Dios y le bendigan en todo tiempo sinceramente y con todo esfuerzo".
Eclesiástico 3, 33-34: "El agua apaga el fuego ardiente, y la limosna resiste a los pecados. Dios es el proveedor del que hace bien, se acuerda de él para lo venidero, y al tiempo de su caída hallará apoyo".
("Dios sostendrá al que hace limosna para que no caiga o le levantará de su caída" (San Juan Crisóstomo)
"Todos somos mendigos de Dios; pero para que Dios reconozca a los suyos, reconozcamos a los nuestros. ¿Con qué cara os atreveréis a pedir a Dios, si no queréis socorrer a vuestro semejante" (San Agustín). "Sin misericordia para los pobres es imposible conseguir misericordia" (San Cipriano).
Eclasiástico 4, 1: "Hijo, no defraudes al pobre de su limosna; ni apartes tus ojos del necesitado"
("No defraudes al pobre de su limosna"; en griego: "de su sustento". De aquí se ve que el pobre no ha de ser considerado como un hombre molesto, sino que tiene para ser socorrido un verdadero derecho. "Por esto cometemos una especie de robo si le negamos lo que para ellos es necesario y a nosotros nos sobra. Los Padres de la Iglesia jamás han dado otra explicación a este texto" (Vigourux, Polyglotte). Esto no es sólo consecuencia del derecho a la vida en el orden natural, sino que también es correlativo del mandamiento del amor, síntesis de toda Ley divina (Mt. 22, 36-40; Rom. 13, 8-10). Por "pobres" ha de entenderse todos los que no tienen lo necesario para sí y para su familia. La Sagrada Escritura no cesa de recomendar la limosna y la misericordia con el pobre).
Eclesiástico 4, 2-7: "No desprecies al que padece hambre; ni exasperes al pobre en su necesidad.
No aflijas el corazón del desvalido ni dilates el socorro al que se halla angustiado.
No deseches el ruego del atribulado, ni apartes tu rostro del menesteroso.
No apartes tus ojos del mendigo, irritándole; ni des ocasión a los que te piden, de que te maldigan por detrás.
Porque escuchada será la imprecación del que te maldijere en la amargura de su alma; y oírle ha su Creador.
Muéstrate afable a la turba de los pobres; humilla tu corazón ante el anciano, y baja tu cabeza delante de los grandes".
Eclesiástico 7, 10: "No descuides el hacer oración, y dar limosna".
Eclesiástico 12, 3: "No lo pasará bien el que de continuo hace mal, y no da limosnas; porque el Altísimo aborrece a los pecadores; y usa de misericordia con los que se arrepienten".
Eclasiástico 17, 18: "La limosna del hombre la guarda (Dios) como un sello, y tendrá cuidado de las buenas obras del hombre como de las niñas de sus ojos".
(No se puede hacer de la limosna un elogio más alto. Jesús lo ratificará en Mt. 25, 40 (...). "La limosna es la amiga de Dios, siempre está en su presencia", dice San Crisóstomo.)
Eclasiástico 29, 11-18: "Sé tú de alma más generosa con el humilde, y no le hagas esperar por la limosna. En cumplimiento del mandamiento socorre el pobre y en su necesidad no lo despidas con las manos vacías. Pierde el dinero por amor de tu hermano y de tu amigo, y no lo escondas sin provecho debajo de una losa. Emplea tu tesoro según los preceptos del Altísimo, y te rendirá más que el oro. Encierra la limosna en el seno del pobre, y ella rogará por ti para librarte de todo mal. Peleará contra tu enemigo mejor que el escudo y la lanza de un campeón".
("Encierra tu limosna en el seno del pobre"; es decir, en vez de oro y plata, pon en tu caja las bendiciones que te dan los pobres. Es una dicha poder dar. Para San Crisóstomo la gracia de la limosna es igual a la gracia de los milagros, de la curación de los enfermos, de la resurrección de los muertos, de la expulsión de los demonios, y añade: "No sólo ha ordenado Dios la limosna para auxilio de los indigentes, sino también para aumentar los bienes de los que dan".)
Deuteronomio 14, 7-11: "Cuando hubiere en medio de ti un pobre de entre tus hermanos, en una de tus ciudades, en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará, no endurezcas tu corazón, ni cierres tu mano contra tu hermano pobre; sino ábrele tu mano y préstale lo suficiente para satisfacer la necesidad que le oprime. Ten cuidado, no sea que se levante en tu corazón el perverso pensamiento: "Se va acercando el año séptimo, el año de la remisión"; y tu ojo sea malo para con tu hermano indigente, de modo que no le des nada; pues si él clama contra ti a Yahvé, tú te acarreas pecado. Dale sin falta, y al darle no debe dolerte el corazón; porque a raíz de esto te bendecirá Yahvé, tu Dios, en todas tus obras y en todo aquello que emprendas. Porque nunca dejará de haber pobres en el país, por lo cual yo te mando diciendo: Abre tu mano a tu hermano, es decir, a tu pobre y a tu necesitado en tu tierra".
(Trasciende aquí la economía divina que permite que siempre haya pobres, para que no nos falte la ocasión de abrir la mano y cumplir el gran mandamiento del amor al prójimo. También Jesús afirma que siempre habrá pobres (Mt. 26, 11); y para estimularnos en socorrerles se identifica Él mismo con ellos (Mt. 25, 34 s.))
Isaías 58, 10: "Cuando abras tus entrañas al hambriento, y sacies el alma afligida, nacerá tu luz en medio de las tinieblas, y tu obscuridad será como el mediodía"
("Nacerá tu luz en medio de las tinieblas": "Son muchos los que buscan la luz y que creen poder encontrarla haciendo estudios, escudriñando obras filosóficas, penetrando en las profundidades de la ciencia. Lo hacen porque confunden conceptos, y suponen que es necesaria una inteligencia desarrollada para recibir la luz, tomándola como privilegio de los intelectuales. Se olvidan que la luz es un don gratuito que Dios da gratuitamente a los pequeños" Cf. Lc. 10, 21 y nota.)
Daniel 4, 24: "Por eso, oh rey, séate grato mi consejo, redime tus pecados con obras de justicia, y tus iniquidades con obras de misericordia para con los pobres. Tal vez así se prolongará tu prosperidad".
("Con obras de misericordia": Como vemos, desde el Antiguo Testamento, la Biblia no se cansa de destacar la importancia de la limosna para recibir el perdón de los pecados (...). Lo mismo hacen, claro está, los Santos Padres. San Cipriano y San Ambrosio comparan su eficacia a la del Bautismo y dicen que, así como el fuego del infierno se apaga con las aguas saludables del sacramento, la llama del pecado se apaga con la limosna y las buenas obras. San León dice: "Las limosnas borran los pecados y preservan de la muerte y del infierno.")
Zacarías 7, 9: "Yahvé de los ejércitos habló de esta manera: "Juzgad según la verdad y practicad la misericordia y la piedad cada uno para con su hermano".
Mateo 5, 7: "Bienaventurados los que tienen misericordia, porque para ellos habrá misericordia".
Mateo 5, 42: "Da a quien te pide, y no vuelvas la espalda a quien quiera tomar prestado de ti."
("Da a quien te pide": "No digáis, observa un maestro de vida espiritual: gasto mis bienes. Estos bienes no son vuestros, son bienes de los pobres, o más bien, son bienes comunes, como el sol, el aire y todas las cosas".)
Mateo 6, 1-4: "Cuidad de no practicar vuestra justicia a la vista de los hombres con el objeto de ser mirado por ellos; de otra manera no tendréis recompenza de vuestro Padre celestial. Cuando, pues, haces limosna, no toques la bocina delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser glorificados por los hombres; en verdad os digo, ya tienen su paga. Tú, al contrario, cuando haces limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha. Para que tu limosna quede oculta, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará".
Lucas 11, 41: "Por eso, dad de limosna el contenido, y todo para vosotros quedará puro".
("El contenido": Esto es, como observa Pirot, lo que está dentro de las copas y platos. Es una de las grandes luces que da Jesús sobre el valor de la limosna, concordando con Lucas 16, 9)
Lucas 16, 9: "Por lo cual Yo os digo, granjeaos amigos por medio de la inicua riqueza para que, cuando ella falte, os reciban en las moradas eternas".
Lucas 12, 33: "Vended aquello que poseéis y dad limosna. Haceos bolsas que no se envejecen, un tesoro inagotable en los cielos, donde el ladrón no llega, y donde la polilla no destruye".
("Vended aquello que poseéis": No se trata aquí de la pobreza total, como en el caso del joven rico (Lc. 18, 22). Ello no obstante, vemos que Jesús está hablando a la pequeña grey de sus predilectos que han de compartir su reino (Lc. 22, 28-30). No es de extrañar, pues, que, sin perjuicio de mantener la situación en que la providencia del Padre ha colocado a cada uno y a su familia, les aconseje desprenderse de lo que pueda ser un tropiezo para la vida espiritual, para no poseer con ahinco ningún bien en que hayamos puesto el corazón (v. 34) y que sea entonces como un pequeño ídolo, rival de Dios.)
Hechos de los Apóstoles 20, 35: "En todo os di ejemplo de cómo es menester, trabajando así, sostener a los débiles, acordándose de las palabras del señor Jesús, que dijo Él mismo: "Más dichoso es dar que recibir".
(La preciosa sentencia de Jesús que aquí nos comunica San Pablo no está en el Evangelio, si bien recuerda lo que el divino Maestro dijo a sus apóstoles "Recibisteis gratuitamente, dad gratuitamente. No tengáis ni oro ni plata", etc (Mt. 10, 8 ss.). "Muchas veces parece caridad lo que es carnalidad. Porque la inclinación de la carne, la propia voluntad, la esperanza de galardón, la afección del provecho pocas veces nos dejan" (Imitación de Cristo III, 5; Kempis).)
Romanos 12, 8: "El que da, hágalo con liberalidad; el qu preside, con solicitud; el que usa de misericordia, con alegría".
(Sobre la alegría en las obras de misericordia, véase II Cor. 9, 7; Fil. 14; Heb. 13, 7. "La verdadera limosna consiste en dar de modo que sintamos alegría en aquel acto y nos consideremos más bien beneficiados que protectores; porque menos favor hacemos a los pobres que a nosotros mismos, si se tiene presente que recibimos más de lo que damos" (San Crisóstomo). Véase las palabras de Jesús en hech. 20, 35.)"
"
La Importancia de la Limosna
La Importancia de la Limosna
(Traducciones y Comentarios Bíblicos de Monseñor Straubinger)
Tobías 4, 7-12: "Da limosna de tus bienes, y no apartes tu rostro de ningún pobre; así conseguirás que tampoco de ti se aparte el rostro del Señor. Usa de misericordia con todas tus fuerzas. Si tienes mucho, da con abundancia; si poco, procura dar de buena gana aun lo poco; pues con eso te atesoras una gran recompensa para el día de la angustia. Porque la limosna libra de todo pecado y de la muerte, y no dejará caer el alma en las tinieblas. La limosna será motivo de gran confianza delante del altísimo Dios para todos los que la hacen."
(Dios nos está mirando siempre con infinito amor. El que esto sabe, no querrá perder esa mirada por no mirar con bondad al pobre. El que da al pobre se parece al agricultor que no pierde al dejar caer la semilla en los surcos. Por eso dice San Ambrosio: "Sed agricultores espirituales; sembrad lo que puede seros útil. Es sembrar bien poner la limosna en manos de las viudas. Si la tierra os da más de lo que le confiáis, ¡cuánto más os devolverá la caridad! Todo lo que dais al pobre, redunda en vuestro provecho; sembráis en la tierra, y esta simiente germina en el cielo." Recordemos siempre el Sermón de la Montaña: "Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzará misericordia" (Mt. 5, 7).)
Tobías 12, 8-9: "Buena es la oración con el ayuno, y mejor la limosna que acumular tesoros de oro; porque la limosna libra de la muerte, y es ella que borra pecados y hace hallar misericordia y vida eterna".
(Por limosna ha de entenderse aquí todas las obras de misericordia. "Así como el fuego del infierno, dice San Cipriano, se apaga con el agua saludable del bautismo, así la llama del pecado se apaga con la limosna y las obras buenas". "Las limosnas, dice San Leon Magno, borran los pecados, y preservan de la muerte y del infierno".).
Tobías 14, 11: "Encomendad a vuestros hijos que practiquen la justicia y den limosnas; que tengan presente a Dios y le bendigan en todo tiempo sinceramente y con todo esfuerzo".
Eclesiástico 3, 33-34: "El agua apaga el fuego ardiente, y la limosna resiste a los pecados. Dios es el proveedor del que hace bien, se acuerda de él para lo venidero, y al tiempo de su caída hallará apoyo".
("Dios sostendrá al que hace limosna para que no caiga o le levantará de su caída" (San Juan Crisóstomo)
"Todos somos mendigos de Dios; pero para que Dios reconozca a los suyos, reconozcamos a los nuestros. ¿Con qué cara os atreveréis a pedir a Dios, si no queréis socorrer a vuestro semejante" (San Agustín). "Sin misericordia para los pobres es imposible conseguir misericordia" (San Cipriano).
Eclasiástico 4, 1: "Hijo, no defraudes al pobre de su limosna; ni apartes tus ojos del necesitado"
("No defraudes al pobre de su limosna"; en griego: "de su sustento". De aquí se ve que el pobre no ha de ser considerado como un hombre molesto, sino que tiene para ser socorrido un verdadero derecho. "Por esto cometemos una especie de robo si le negamos lo que para ellos es necesario y a nosotros nos sobra. Los Padres de la Iglesia jamás han dado otra explicación a este texto" (Vigourux, Polyglotte). Esto no es sólo consecuencia del derecho a la vida en el orden natural, sino que también es correlativo del mandamiento del amor, síntesis de toda Ley divina (Mt. 22, 36-40; Rom. 13, 8-10). Por "pobres" ha de entenderse todos los que no tienen lo necesario para sí y para su familia. La Sagrada Escritura no cesa de recomendar la limosna y la misericordia con el pobre).
Eclesiástico 4, 2-7: "No desprecies al que padece hambre; ni exasperes al pobre en su necesidad.
No aflijas el corazón del desvalido ni dilates el socorro al que se halla angustiado.
No deseches el ruego del atribulado, ni apartes tu rostro del menesteroso.
No apartes tus ojos del mendigo, irritándole; ni des ocasión a los que te piden, de que te maldigan por detrás.
Porque escuchada será la imprecación del que te maldijere en la amargura de su alma; y oírle ha su Creador.
Muéstrate afable a la turba de los pobres; humilla tu corazón ante el anciano, y baja tu cabeza delante de los grandes".
Eclesiástico 7, 10: "No descuides el hacer oración, y dar limosna".
Eclesiástico 12, 3: "No lo pasará bien el que de continuo hace mal, y no da limosnas; porque el Altísimo aborrece a los pecadores; y usa de misericordia con los que se arrepienten".
Eclasiástico 17, 18: "La limosna del hombre la guarda (Dios) como un sello, y tendrá cuidado de las buenas obras del hombre como de las niñas de sus ojos".
(No se puede hacer de la limosna un elogio más alto. Jesús lo ratificará en Mt. 25, 40 (...). "La limosna es la amiga de Dios, siempre está en su presencia", dice San Crisóstomo.)
Eclasiástico 29, 11-18: "Sé tú de alma más generosa con el humilde, y no le hagas esperar por la limosna. En cumplimiento del mandamiento socorre el pobre y en su necesidad no lo despidas con las manos vacías. Pierde el dinero por amor de tu hermano y de tu amigo, y no lo escondas sin provecho debajo de una losa. Emplea tu tesoro según los preceptos del Altísimo, y te rendirá más que el oro. Encierra la limosna en el seno del pobre, y ella rogará por ti para librarte de todo mal. Peleará contra tu enemigo mejor que el escudo y la lanza de un campeón".
("Encierra tu limosna en el seno del pobre"; es decir, en vez de oro y plata, pon en tu caja las bendiciones que te dan los pobres. Es una dicha poder dar. Para San Crisóstomo la gracia de la limosna es igual a la gracia de los milagros, de la curación de los enfermos, de la resurrección de los muertos, de la expulsión de los demonios, y añade: "No sólo ha ordenado Dios la limosna para auxilio de los indigentes, sino también para aumentar los bienes de los que dan".)
Deuteronomio 14, 7-11: "Cuando hubiere en medio de ti un pobre de entre tus hermanos, en una de tus ciudades, en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará, no endurezcas tu corazón, ni cierres tu mano contra tu hermano pobre; sino ábrele tu mano y préstale lo suficiente para satisfacer la necesidad que le oprime. Ten cuidado, no sea que se levante en tu corazón el perverso pensamiento: "Se va acercando el año séptimo, el año de la remisión"; y tu ojo sea malo para con tu hermano indigente, de modo que no le des nada; pues si él clama contra ti a Yahvé, tú te acarreas pecado. Dale sin falta, y al darle no debe dolerte el corazón; porque a raíz de esto te bendecirá Yahvé, tu Dios, en todas tus obras y en todo aquello que emprendas. Porque nunca dejará de haber pobres en el país, por lo cual yo te mando diciendo: Abre tu mano a tu hermano, es decir, a tu pobre y a tu necesitado en tu tierra".
(Trasciende aquí la economía divina que permite que siempre haya pobres, para que no nos falte la ocasión de abrir la mano y cumplir el gran mandamiento del amor al prójimo. También Jesús afirma que siempre habrá pobres (Mt. 26, 11); y para estimularnos en socorrerles se identifica Él mismo con ellos (Mt. 25, 34 s.))
Isaías 58, 10: "Cuando abras tus entrañas al hambriento, y sacies el alma afligida, nacerá tu luz en medio de las tinieblas, y tu obscuridad será como el mediodía"
("Nacerá tu luz en medio de las tinieblas": "Son muchos los que buscan la luz y que creen poder encontrarla haciendo estudios, escudriñando obras filosóficas, penetrando en las profundidades de la ciencia. Lo hacen porque confunden conceptos, y suponen que es necesaria una inteligencia desarrollada para recibir la luz, tomándola como privilegio de los intelectuales. Se olvidan que la luz es un don gratuito que Dios da gratuitamente a los pequeños" Cf. Lc. 10, 21 y nota.)
Daniel 4, 24: "Por eso, oh rey, séate grato mi consejo, redime tus pecados con obras de justicia, y tus iniquidades con obras de misericordia para con los pobres. Tal vez así se prolongará tu prosperidad".
("Con obras de misericordia": Como vemos, desde el Antiguo Testamento, la Biblia no se cansa de destacar la importancia de la limosna para recibir el perdón de los pecados (...). Lo mismo hacen, claro está, los Santos Padres. San Cipriano y San Ambrosio comparan su eficacia a la del Bautismo y dicen que, así como el fuego del infierno se apaga con las aguas saludables del sacramento, la llama del pecado se apaga con la limosna y las buenas obras. San León dice: "Las limosnas borran los pecados y preservan de la muerte y del infierno.")
Zacarías 7, 9: "Yahvé de los ejércitos habló de esta manera: "Juzgad según la verdad y practicad la misericordia y la piedad cada uno para con su hermano".
Mateo 5, 7: "Bienaventurados los que tienen misericordia, porque para ellos habrá misericordia".
Mateo 5, 42: "Da a quien te pide, y no vuelvas la espalda a quien quiera tomar prestado de ti."
("Da a quien te pide": "No digáis, observa un maestro de vida espiritual: gasto mis bienes. Estos bienes no son vuestros, son bienes de los pobres, o más bien, son bienes comunes, como el sol, el aire y todas las cosas".)
Mateo 6, 1-4: "Cuidad de no practicar vuestra justicia a la vista de los hombres con el objeto de ser mirado por ellos; de otra manera no tendréis recompenza de vuestro Padre celestial. Cuando, pues, haces limosna, no toques la bocina delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser glorificados por los hombres; en verdad os digo, ya tienen su paga. Tú, al contrario, cuando haces limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha. Para que tu limosna quede oculta, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará".
Lucas 11, 41: "Por eso, dad de limosna el contenido, y todo para vosotros quedará puro".
("El contenido": Esto es, como observa Pirot, lo que está dentro de las copas y platos. Es una de las grandes luces que da Jesús sobre el valor de la limosna, concordando con Lucas 16, 9)
Lucas 16, 9: "Por lo cual Yo os digo, granjeaos amigos por medio de la inicua riqueza para que, cuando ella falte, os reciban en las moradas eternas".
Lucas 12, 33: "Vended aquello que poseéis y dad limosna. Haceos bolsas que no se envejecen, un tesoro inagotable en los cielos, donde el ladrón no llega, y donde la polilla no destruye".
("Vended aquello que poseéis": No se trata aquí de la pobreza total, como en el caso del joven rico (Lc. 18, 22). Ello no obstante, vemos que Jesús está hablando a la pequeña grey de sus predilectos que han de compartir su reino (Lc. 22, 28-30). No es de extrañar, pues, que, sin perjuicio de mantener la situación en que la providencia del Padre ha colocado a cada uno y a su familia, les aconseje desprenderse de lo que pueda ser un tropiezo para la vida espiritual, para no poseer con ahinco ningún bien en que hayamos puesto el corazón (v. 34) y que sea entonces como un pequeño ídolo, rival de Dios.)
Hechos de los Apóstoles 20, 35: "En todo os di ejemplo de cómo es menester, trabajando así, sostener a los débiles, acordándose de las palabras del señor Jesús, que dijo Él mismo: "Más dichoso es dar que recibir".
(La preciosa sentencia de Jesús que aquí nos comunica San Pablo no está en el Evangelio, si bien recuerda lo que el divino Maestro dijo a sus apóstoles "Recibisteis gratuitamente, dad gratuitamente. No tengáis ni oro ni plata", etc (Mt. 10, 8 ss.). "Muchas veces parece caridad lo que es carnalidad. Porque la inclinación de la carne, la propia voluntad, la esperanza de galardón, la afección del provecho pocas veces nos dejan" (Imitación de Cristo III, 5; Kempis).)
Romanos 12, 8: "El que da, hágalo con liberalidad; el qu preside, con solicitud; el que usa de misericordia, con alegría".
(Sobre la alegría en las obras de misericordia, véase II Cor. 9, 7; Fil. 14; Heb. 13, 7. "La verdadera limosna consiste en dar de modo que sintamos alegría en aquel acto y nos consideremos más bien beneficiados que protectores; porque menos favor hacemos a los pobres que a nosotros mismos, si se tiene presente que recibimos más de lo que damos" (San Crisóstomo). Véase las palabras de Jesús en hech. 20, 35.)"