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La Planificación Familiar Natural es un contraconceptivo pecaminoso
Debido a la polémica desatada por el artículo publicado originalmente en el sitio web El Cruzado y reproducido en nuestro blog bajo el título “Perder la fe en nombre de la fe”, publicamos un artículo más extenso sobre la misma materia obtenido del libro “The Truth About What Realy Happened to the Catholic Church After Vatican II” [La verdad de lo que le ocurrió realmente a la Iglesia Católica después del Vaticano II] de los monjes benedictinos Hnos. Miguel Dimond OSB y Pedro Dimond OSB. Esperamos que los lectores puedan conocer bien la verdad enseñada siempre en la Iglesia Católica y comprender el por qué todo tipo de planificación familiar (natural o artificial) es contrario a la ley natural y a la enseñanza de la Sagrada Escritura y de la Iglesia Católica, lo cual constituye PECADO GRAVE.
En este artículo:
- ¿Qué es la Planificación Familiar Natural?
- ¿Por qué es mala la PFN?
- La enseñanza del magisterio católico papal
- La palabra de Dios
- Las personas saben que la PFN es un pecado
- La Planificación Familiar y la PFN son de la misma tela
- La PFN tiene eternas e infinitas consecuencias
- Objeciones
- Conclusión
¿Qué es la Planificación Familiar Natural?
La Planificación Familiar Natural (PFN) es la práctica de restringir deliberadamente el acto matrimonial exclusivamente a los momentos en que la esposa es infecunda para evitar la concepción de un niño. La PFN se utiliza por las mismas razones que otros utilizan los anticonceptivos artificiales: evitar deliberadamente la concepción mientras se realiza el acto conyugal.
El antipapa Pablo VI, cuando promovió su encíclica Humanae vitae, explicó correctamente que la PFN es un método anticonceptivo.
Pablo VI, Humanae vitae, # 16, 25 de julio de 1968:
“… es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones
generadoras para usar del matrimonio sólo en los periodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar”[1].
generadoras para usar del matrimonio sólo en los periodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar”[1].
¿Por qué es mala la PFN?
La PFN es mala porque es una regulación de la natalidad; va en contra de la concepción. Quienes lo utilizan se niegan a tener los hijos que Dios tiene planeado enviarles. En su propósito, no es diferente del contraconceptivo artificial, y, por lo tanto, es moralmente malvado, al igual que la anticoncepción artificial.
La enseñanza del magisterio católico papal
El Papa Pío XI habló desde la Cátedra de Pedro en su encíclica de 1931 Casti connubii acerca del matrimonio cristiano. Su enseñanza nos muestra que todas las formas que eviten la natalidad son malas. Citamos un largo fragmento de su encíclica que resume bien este asunto.
Papa Pío XI, Casti connubii, # 53-56, 31 de diciembre de 1930: “Viniendo ahora a tratar, Venerables Hermanos, de cada uno de los aspectos que se oponen a los bienes del matrimonio, hemos de hablar, en primer lugar, de la prole [los hijos, descendencia, etc.], la cual muchos se atreven a llamar pesada carga del matrimonio, por lo que los cónyuges han de evitarla con toda diligencia, y ello, no ciertamente por medio de una honesta continencia (permitida también en el matrimonio, supuesto el consentimiento de ambos esposos), sino viciando el acto conyugal. Criminal licencia ésta, que algunos se arrogan tan sólo porque, aborreciendo la prole, no pretenden sino satisfacer su voluptuosidad, pero sin ninguna carga; otros, en cambio, alegan como excusa propia el que no pueden, en modo alguno, admitir más hijos a causa de sus propias necesidades, de las de la madre o de las económicas de la familia.
“Ningún motivo, sin embargo, aun cuando sea gravísimo, puede hacer que lo que va intrínsecamente contra la naturaleza sea honesto y conforme a la misma naturaleza; y estando destinado el acto conyugal, por su misma naturaleza, a la generación de los hijos, los que en el ejercicio del mismo lo destituyen adrede de su naturaleza y virtud, obran contra la naturaleza y cometen una acción torpe e intrínsecamente deshonesta.
“Por lo cual no es de admirar que las mismas Sagradas Letras atestigüen con cuánto aborrecimiento la Divina Majestad ha perseguido este nefasto delito, castigándolo a veces con la pena de muerte, como recuerda San Agustín: ‘Porque ilícita e impúdicamente yace, aun con su legítima mujer, el que evita la concepción de la prole’. Que es lo que hizo Onán, hijo de Judas, por lo cual Dios le quitó la vida (Génesis 38, 8-10).
“Habiéndose, pues, algunos manifiestamente separado de la doctrina cristiana, enseñada desde el principio y transmitida en todo tiempo sin interrupción, y habiendo pretendido públicamente proclamar otra doctrina, la Iglesia católica, a quien el mismo Dios ha confiado la enseñanza y defensa de la integridad y honestidad de costumbres, colocada, en medio de esta ruina moral, para conservar inmune de tan ignominiosa mancha la castidad de la unión nupcial, en señal de su divina legación, eleva solemne su voz por Nuestros labios y una vez más promulga que cualquier uso del matrimonio, en el que maliciosamente quede el acto destituido de su propia y natural virtud procreativa, va contra la ley de Dios y contra la ley natural, y los que tal cometen, se hacen culpables de un grave pecado”[2].
Vemos que el Papa Pío XI condena como pecado mortal toda forma de anticoncepción porque ello frustra el acto conyugal. ¿Esto condena la PFN? Claro que sí, pero los defensores de la Planificación Familiar Natural dicen que “no”. Ellos argumentan que al utilizar la Planificación Familiar Natural para evitar la concepción no se está frustrando adrede el acto matrimonial o no se lo está privando deliberadamente de su propia y natural virtud procreativa, como se hace con los anticonceptivos artificiales. Ellos argumentan que la PFN es “natural”.
El sentido común debe hacerles entender a quienes consideran profundamente este tema, que estos argumentos son engañosos puesto que la PFN tiene como propósito evitar la concepción. Sin embargo, el intento de justificar la PFN – decir que no interfiere con el acto conyugal en sí y que, por lo tanto, es lícito – debe ser refutado específicamente. Esto se refuta específicamente viendo cuidadosamente la enseñanza de la Iglesia católica acerca del fin primario del matrimonio (y el fin primario del acto conyugal), que condena la PFN.
El dogma católico nos enseña que el fin primario del matrimonio (y del acto conyugal) es la procreación y educación de la prole.
Papa Pío XI, Casti connubii, # 17, 31 de diciembre de 1930: “El fin primario del matrimonio es la procreación y educación de la prole”[3].
Papa Pío XI, Casti connubii, # 54, 31 de diciembre de 1930:
“… estando destinado el acto conyugal, por su misma naturaleza, a la generación de los hijos, los que en el ejercicio del mismo lo destituyen adrede de su naturaleza y virtud, obran contra la naturaleza y cometen una acción torpe e intrínsecamente deshonesta”[4].
Además de este fin primario, también hay fines secundarios del matrimonio, como el auxilio mutuo, el fomento del amor recíproco y la sedación de la concupiscencia. Sin embargo, estos fines secundarios deben permanecer siempre subordinados al fin primario del matrimonio (la procreación y la educación de la prole). Este es un punto clave que se debe considerar en una discusión sobre la PFN.
Papa Pío XI, Casti connubii, # 59, 31 de diciembre de 1930: “Hay, pues, tanto en el mismo matrimonio como en el uso del derecho matrimonial, fines secundarios ―verbigracia [por ejemplo], el auxilio mutuo, el fomento del amor recíproco y la sedación de la concupiscencia―, cuya consecución en manera alguna está vedada a los esposos, SIEMPRE QUE QUEDE a salvo la naturaleza intrínseca del acto y, por ende, SU SUBORDINACIÓN AL FIN PRIMARIO”[5].
Por lo tanto, si bien la PFN no interfiere directamente con el acto conyugal en sí, como afirman sus defensores, eso no hace la diferencia. La PFN es mala porque su práctica subordina el fin (o propósito) primario del matrimonio y el acto conyugal (que es la procreación y la educación de la prole) a los fines secundarios.
La PFN hace que quede subordinado el fin primario del matrimonio a otras cosas por intentar deliberadamente evitar la prole (es decir, evitar el fin primario) al tiempo que se tienen relaciones matrimoniales. La PFN, por lo tanto, invierte el orden querido por Dios. Se hace precisamente lo que el Papa Pío XI solemnemente enseñó que no es lícito hacer. Y este punto refuta todos los argumentos esgrimidos por quienes defienden la PFN, porque todos sus argumentos se enfocan en el acto conyugal en sí, mientras ignoran el hecho que no hay ninguna diferencia si una pareja no interfiere con el acto mismo si ellos subordinan o frustran el FIN primario del matrimonio.
En resumen: la única diferencia entre la anticoncepción artificial y la PFN es que la anticoncepción artificial frustra el poder del acto conyugal en sí, mientras que la PFN frustra su fin primario (haciendo que quede subordinada la procreación de la prole a otras cosas).
La palabra de Dios
No es un tema complicado entender que es malo usar la Planificación Familiar Natural para evitar el embarazo. Está escrito en el corazón del hombre que dicha actividad es mala.
Génesis 30, 1-2: “Pero Raquel, viéndose estéril, tenía envidia de su hermana, y así dijo a Jacob: Dame hijos, de otra manera yo me muero. A la cual Jacob enojado respondió: ¿Por ventura estoy yo en lugar de Dios, que te ha privado de la fecundidad?”.
Todos sabemos que Dios es el único que da la fecundidad, el único que da y quita la vida.
Génesis 30, 22: “Asimismo acordándose el Señor de Raquel, oyó sus ruegos, y la hizo fecunda”.
1 Reyes 2, 6: “Porque el Señor es el que da la muerte y da la vida; el que conduce al sepulcro y libra de él”.
Entonces, ¿por qué una mujer que desea cumplir la voluntad de Dios hace un esfuerzo sistemático por evitar que Dios le envié una nueva vida? ¿Qué pretexto podrá tener dicha persona yendo más allá al calcular cómo tener relaciones conyugales sin embarazarse con un hijo que Dios le iba enviar? ¿Por qué una mujer (o un hombre), que cree que Dios da la fecundidad, intentaría evitar que Él fecunde haciendo un meticuloso y organizado esfuerzo, el cual involucra tablas de gráficos, ciclos, y termómetros? La respuesta es que aquellos que se involucran en una actividad como la PFN se oponen a Dios (lo cual es la esencia del pecado) y se niegan a abrirse a su voluntad.
Cuando los esposos hacen todo lo posible para evitar la prole, evitando deliberadamente los momentos fértiles y restringiendo el acto matrimonial exclusivamente a los tiempos infecundos, ellos están cometiendo un pecado contra la ley natural – están pecando contra el Dios que ellos saben es quien manda la vida. La PFN es, por lo tanto, un pecado contra la ley natural ya que Dios es el autor de la vida y la PFN frustra sus designios.
La gente sabe que la PFN es un pecado
A continuación presentamos unos testimonios muy interesantes de personas que, o utilizaron la PFN o se les enseñó la PFN. Sus comentarios fueron tomados de la sección “Cartas al editor” de una publicación que llevaba un artículo acerca de la PFN[6]. (Sus nombres aparecen en las cartas originales). Estas cartas demuestran que la mujer que usa la PFN (como también los hombres que la toleran o cooperan en ella) está convencida que es pecaminoso por la ley natural que está escrita en su corazón. Quienes usan la PFN saben que están frustrando la voluntad de Dios y practicando la anticoncepción.
“Estimado editor… Yo era una divorciada pagana sin religión antes de conocer a mi esposo quien, en aquel entonces, era un católico muy poco practicante. Yo me hice católica en 1993 y nos casamos en 1994. Yo no tenía idea que en aquel tiempo se les permitía a los católicos hacer alguna cosa para evitar la prole. Yo nunca había oído hablar de la PFN hasta que el sacerdote con quien nos reunimos por seis meses antes de nuestro matrimonio, me dio un paquete de papeles y básicamente me dijo ‘tenga, usted querrá aprender esto’. Cuando llegue a casa, brevemente ojeé los papeles. Vi los calendarios, calcomanías, y gráficos. Para ser honesta, me pareció totalmente alucinante que las personas hicieran todo esfuerzo para tener relaciones íntimas sin consecuencias. ¡También fue impactante para mí que esto lo promovieran incluso antes que tomara mis votos en el día de mi boda! El paquete lo tire a la basura y nunca volví a verlo. Estoy agradecida que nunca aprendí la PFN (…) Me pregunto ¿cuál de mis hijos no estaría aquí si hubiese decidido quedarme con esos papeles y hubiera aprendido la PFN?”.
“Estimado editor… Soy madre de siete hijos y puedo compartir mis propias experiencias. La PFN no ayudó en mi matrimonio. Luché con reconciliarme a mí misma con el hecho que las Escrituras declaran que el marido y la mujer deben ser sumisos y no separarse salvo en la oración. Estábamos evitando el embarazo (…) simple y llanamente. No puede haber nada espiritual en decirle al esposo que no puedes participar en el abrazo conyugal, por temor a que un niño sea concebido. El diccionario de Webster define la anticoncepción como: ‘prevención deliberada de la concepción o fecundación’. Registrar y revisar sistemáticamente cuáles son los días fértiles es evitar deliberadamente la concepción. Yo conozco a amigas que la usan. He hablado con ellas de manera muy personal. Ellas no quieren más hijos. Ellas están usando la PFN como un control de la natalidad, puesto que eso es lo que es. Y una amiga lo ha estado usando por 11 años y ‘no ha tenido ningún accidente’. (…) Puedo expresar que San Agustín tenía toda la razón cuando escribió en Las costumbres de los maniqueos: ‘El matrimonio, como proclaman las mismas tablas del matrimonio, une al varón y la mujer para la procreación de la prole. El que dice que procrear hijos es un pecado peor que la copulación, con ello prohíbe el propósito del matrimonio; y hace que la mujer no sea más una esposa, sino una ramera que se une con el marido para satisfacer su lujuria cuando recibe ciertos obsequios de él. Si hay esposa, hay matrimonio. Pero no hay matrimonio donde se evita la maternidad, puesto que entonces no habría esposa’. (…) Mi comentario favorito fue hecho recientemente por otro autor donde comparó la PFN a un cultivador que planta su maíz en pleno invierno como para evitar una cosecha fructífera”.
“Estimado editor… Permítame simplificar el debate de la PFN: si vuestra intención es evitar la prole en realidad no importa que método utilicéis. Ya cometisteis el pecado. Sin embargo, si utilizáis el anticonceptivo como vuestro método preferible, añadís un segundo pecado al primero. En cuanto a la tan repetida mantra de ‘graves motivos’, permítaseme decir lo siguiente: nombradme uno. Miraos bien dentro de vuestro corazón y nombradme uno que sea pero verdaderamente grave (…) Nosotros hicimos la PFN por algún tiempo (…) y he sentido una repugnancia desde entonces. Durante ese tiempo podríamos haber tenido al menos dos hijos más”.
“Al editor: La PFN es una de las infiltraciones principales de la secta del sexo new-age dentro de la Iglesia, junto con la educación sexual y la inmodestia en el vestir (…) A medida que los católicos modernos han sido condicionados a abrazar al mismo tiempo ideas contradictorias a la vez que las defienden como consonantes, se han dejado engañar fácilmente por la noción de que la PFN, como se practica comúnmente, es, de alguna manera, diferente del control de la natalidad. No tengo formación en teología moral, no obstante, yo sé incluso que el objetivo de una acción es lo que determina su substancia. Cuando una pareja se une en relaciones deliberadamente estériles, se conoce como un anticonceptivo, así de claro y simple”.
La Planificación Familiar y la PFN son de la misma tela
¿Habéis notado las similitudes entre el Planificación Familiar – el mayor proveedor de abortos del mundo – y la Plantificación Familiar Natural? Los anticonceptivos artificiales y abortivos se encuentran en las tiendas marcados como “Planificación Familiar”. Al igual que los abortistas, los planeadores de familia consideran a la prole como algo indeseable, al menos temporalmente; mientras que los verdaderos fieles siempre los han considerado como una bendición innegable de Dios mismo, planeado por su providencia desde toda la eternidad. “Don del Señor son los hijos; es merced (suya) el fruto del vientre. (…) ¡Dichoso el que llenó de ellos su aljaba! No serán confundidos…” (Salmo 126, 3,5).
En las publicaciones que promueven la PFN, el periodo fértil de la esposa a veces es clasificado como “no seguro” y “peligroso”, ¡como si el engendrar nueva vida fuere considerado una seria violación a la seguridad nacional y el pequeño infante fuese un traicionero criminal! Esto es realmente abominable.
¿Podría ser más claro que aquellos que se suscriben a este tipo de comportamiento y a este método excluyen de sí a Dios y a la prole, reemplazándolos con su propia agenda egoísta?
Tobías 6, 17: “Los que abrazan con tal disposición el matrimonio, que apartan de sí y de su mente a Dios, entregándose a su pasión, como el caballo y el mulo que no tienen entendimiento; ésos son sobre quienes tiene poder el demonio. Mas tú, cuando la hubieres tomado por esposa, entrando en el aposento, no llegarás a ella en tres días, y no te ocuparás en otra cosa sino en hacer oración en compañía de ella. (…) Pasada la tercera noche, te juntarás con la doncella, en el temor del Señor, llevado más bien del deseo de tener hijos, que de la concupiscencia…”.
La palabra matrimonio significa “el oficio de la maternidad”. Aquellos que participan en la PFN evitan el matrimonio (el oficio de la maternidad) y excluyen a Dios de sí mismos.
San Cesáreo de Arlés: “Cada vez que él se une a su esposa sin un deseo de tener hijos (…) sin lugar a dudas que comete pecado”[7].
De los errores condenados por el Papa Inocencio XI: “9. El acto del matrimonio, practicado por el solo placer, carece absolutamente de toda culpa y de defecto venial” – Condenado[8].
La PFN tiene consecuencias eternas e infinitas
Los siguientes hechos quizás sean los más incriminatorios para la práctica de la “Planificación Familiar Natural”.
Si los planificadores de la familiar se salieran con la suya, nunca hubiéremos tenido a una Santa Bernadette de Lourdes, quien nació en una cárcel; ni hubiésemos tenido a Santa Teresita de Lisieux, quien nació de una madre enferma que había perdido tres hijos seguidos; ni al gran San Ignacio de Loyola, el decimotercer hijo[9]; y ciertamente nunca hubiere existido Santa Catalina de Siena, ¡que fue la hija vigésima quinta de una familia de veinticinco hijos[10]!
Se podrían multiplicar las páginas de ejemplos de santos que fueron los últimos de muchísimos hijos. Santa Catalina de Siena y el resto de los santos que habrían sido eliminados de la existencia por la PFN se levantarán en el juicio contra la generación de la PFN. Quienes practican la Planificación Familiar Natural no habrían dudado en decirle a la madre de Santa Catalina que no había motivo alguno de tener cinco hijos (¡mucho menos veinticinco!), y que ella estaba perdiendo su tiempo padeciendo todos esos embarazos.
Sólo en la eternidad sabremos a cuántas almas inmortales se les negó la oportunidad de ir al cielo por causa de este comportamiento egoísta. La única cosa que pueda frustrar la voluntad del Dios Todopoderoso es la voluntad de sus creaturas insignificantes; porque Él no va forzar a nadie a engendrar hijos, puesto que Él no violará el libre albedrío de nadie. La PFN es un crimen de proporciones incalculables. (Sólo considere un segundo pensamiento: ¿qué tal si vuestra madre hubiese decidido no haberlo(a) tenido a usted?).
Si los planificadores de la familia hicieran las cosas a su modo, las apariciones de Nuestra de Fátima nunca hubieran ocurrido, puesto que Ella se les apareció a Lucía (la última de siete hijos), a Francisco (el octavo de nueve hijos) y Jacinta (la última de nueve hijos). Los planificadores de la familia, que por su egoísmo frustran la voluntad de Dios, habrían eliminado de la historia de la humanidad todo el mensaje de Fátima, así como el increíble milagro del sol, y las vidas extraordinarias de estos tres niños pastorcitos, y todas las gracias de conversión que fueron obtenidas por sus sacrificios heroicos. ¿Cuántos santos, conversiones y milagros habrán sido eliminados por esta práctica abominable del control de la natalidad? Sólo Dios lo sabe.
Una madre de muchos hijos, que estaba a punto de ser madre una vez más, fue a Ars (el lugar donde vivía San Juan Vianney) para pedirle ánimo. Ella le dijo: “¡Oh, estoy tan avanzada en años, Padre!”. San Juan Vianney le respondió: “¡Consuélate, hija mía, si supieras de esas mujeres que se van al infierno porque no trajeron al mundo esos niños que debían de haber nacido!”.
1 Timoteo 2, 15: “Verdad es que se salvará por medio de la buena crianza de los hijos, si persevera en la fe y en la caridad, en santa y arreglada vida”.
La Escritura nos enseña que la mujer se salvará por medio de la buena crianza de los hijos (si ella es católica y muere en el estado de gracia). Pero los defensores de la PFN quieren hacernos creer que la mujer puede salvarse por medio de la no crianza de los hijos. Por otra parte, así como la mujer cumple con la voluntad de Dios y mantiene el estado de gracia en el estado de matrimonio se salva por su maternidad, de la misma manera muchísimas mujeres se condenan por no haber tenido los hijos que Dios quería que tuviesen.
“Así que buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán por añadidura” (Mt. 6, 33).
Objeciones
1ª Objeción) La Planificación Familiar Natural es una práctica justificable de control de la natalidad porque no va contra el poder natural de la procreación.
Respuesta: Ya hemos respondido a esta objeción anteriormente. No lo vamos a repetir todo aquí. Simplemente resumiremos de nuevo que la PFN está condenada porque subordina el FIN primario del matrimonio y el acto conyugal a otras cosas. Esto hace irrelevante el hecho que la PFN no hace nada para frustrar el mismo acto matrimonial, puesto que con ella se está frustrando que el fin primario del matrimonio.
2ª Objeción) El Papa Pío XII enseñó que la PFN es lícita al menos por ciertas razones. Así que no tienen derecho a condenarla, ya que él era el Papa.
Respuesta: Es cierto que el Papa Pío XII enseñó que la Planificación Familiar Natural era lícita por ciertas razones en una serie de discursos falibles en los 1950s. Sin embargo, esto no justifica la PFN. Los discursos de Pío XII fueron falibles y, por ende, eran vulnerables al error.
En el estudio de los errores papales a través de la historia como parte de los preparativos para la declaración dogmática de la infalibilidad papal, los teólogos del Vaticano I encontraron que más de 40 Papas sostuvieron opiniones teológicas erradas. En un caso bien conocido de error papal, el Papa Juan XXII sostuvo la falsa opinión de que los justos del Antiguo Testamento no recibirían la visión beatífica hasta después del Juicio Final. El Papa Honorio I, un Romano Pontífice válidamente elegido, fue condenado por el III Concilio de Constantinopla por fomentar la herejía monotelita (la creencia que Cristo sólo tenía una voluntad). Pero ninguno de esos errores fueron enseñados por los Papas desde la Cátedra de San Pedro. Del mismo modo, el discurso del Papa Pío XII a las parteras italianas no es una declaración desde la Cátedra de San Pedro.
Tal vez el caso más claro de error papal en la historia de la Iglesia fue el “sínodo cadavérico” de 897. Este fue donde el cuerpo del fallecido Papa Formoso – que a todas luces era un Papa santo y devoto – fue condenado después de su muerte por el Papa Esteban VII por una serie de supuestas violaciones de ley canónica[11]. Esta condenación del Papa Formoso por el Papa Esteban VII fue anulada por el Papa Teodoro II y por el Papa Juan IX, pero favorecida por el Papa Sergio III. Esto debería mostrarnos muy claramente que no todas las decisiones, discursos, opiniones o juicios de un Papa son infalibles.
Se puede argumentar que Pío XII fue uno de los Papas más débiles en la historia de la Iglesia. (No hablamos de los antipapas del Vaticano II ya que ellos no fueron Papas). Por nombrar unos pocos ejemplos, Pío XII permitió que floreciera la herejía y el modernismo; modernizó la liturgia de la semana santa; enseñó que la evolución teísta podía ser sostenida y enseñada por sacerdotes y teólogos católicos; y permitió que se desarrollara extendidamente la negación del dogma fuera de la Iglesia no hay salvación. Fue un Papa válido, pero en realidad fue el puente al apóstata Segundo Concilio Vaticano y de los antipapas que lo impusieron. Se engañan aquellos que creen que pueden estar seguros con seguir algo simplemente porque fue aprobado por teólogos pre-Vaticano II o por el Papa Pío XII en su capacidad falible. Si bien la Gran Apostasía estalló en el Vaticano II, su impulso para una deserción de la fe ya estaba en movimiento mucho antes del Vaticano II, como es evidente de muchos libros previos al Vaticano II donde se promueven las condenadas herejías y el modernismo. La mayoría de los sacerdotes ya habían caído en la herejía en la década de 1950s, como se prueba por el hecho que casi todos ellos aceptaron y abrazaron la nueva religión de la Iglesia del Vaticano II una vez que fue introducida.
El punto clave es que es una enseñanza infalible de la Iglesia católica que el fin primario del matrimonio (y del acto conyugal) es la procreación y la educación de la prole. La Planificación Familiar Natural subordina el fin primario del matrimonio y del acto conyugal a otras cosas y, por lo tanto, es gravemente pecaminosa.
3ª Objeción) Yo sé que la PFN es siempre mala, con la excepción de ciertas razones, y en estos casos es permitido.
Respuesta: Citaremos nuevamente al Papa Pío XI para responder a esta objeción.
Papa Pío XI, Casti connubii, # 54, 31 de diciembre de 1930:
“Ningún motivo, sin embargo, aun cuando sea gravísimo, puede hacer que lo que va intrínsecamente contra la naturaleza sea honesto y conforme a la misma naturaleza; y estando destinado el acto conyugal, por su misma naturaleza, a la generación de los hijos, los que en el ejercicio del mismo lo destituyen adrede de su naturaleza y virtud, obran contra la naturaleza y cometen una acción torpe e intrínsecamente deshonesta”[12].
Ningún motivo, aun cuando sea gravísimo, puede hacer que algo que es intrínsecamente malo pueda convertirse en algo honesto y bueno. La PFN subordina el fin primario del acto conyugal (la procreación y educación de la prole) a otras cosas y, por ende, está prohibida.
Y esto nos lleva a otro punto. Si la PFN no fuese pecado – si meramente fuese “natural” como dicen – entonces, ¿por qué los esposos no pueden usar la PFN durante todo su matrimonio y no tener ningún hijo? Si la PFN no fuese pecado, entonces todas las mujeres estarían perfectamente libres de usar este método de control de la natalidad para eliminar la existencia de todo niño, de modo que ni uno solo pueda nacer. Sin embargo, básicamente todos los defensores de la PFN admitirían que sería inmoral y gravemente pecaminoso usar la PFN para evitar toda nueva vida. Sin embargo, cuando ellos reconocen esto, ellos están admitiendo que la PFN es un pecado; de lo contrario, que admitan que se puede usar la PFN por todos los esposos por cualquier motivo para evitar toda prole.
4ª Objeción) En la misma Casti connubii el Papa Pío XI enseñó que las parejas casadas pueden usar los periodos cuando la mujer no puede quedar embarazada.
Papa Pío XI, Casti connubii, # 59, 31 de diciembre de 1930: “Ni se puede decir que obren contra el orden de la naturaleza los esposos que hacen uso de su derecho siguiendo la recta razón natural, aunque por ciertas causas naturales, ya de tiempo, ya de otros defectos, no se siga de ello el nacimiento de un nuevo viviente. Hay, pues, tanto en el mismo matrimonio como en el uso del derecho matrimonial, fines secundarios ―verbigracia, el auxilio mutuo, el fomento del amor recíproco y la sedación de la concupiscencia―, cuya consecución en manera alguna está vedada a los esposos, SIEMPRE QUE QUEDE A SALVO la naturaleza intrínseca del acto y, por ende, SU SUBORDINACIÓN AL FIN PRIMARIO”[13].
Respuesta: El Papa Pío XI sí enseñó que los esposos pueden hacer uso de su derecho matrimonial en tiempos infértiles de la mujer (o cuando haya defecto de la naturaleza o la edad o tiempo que impide el nacimiento de un nuevo viviente). Sin embargo, él no enseñó que se pueda restringir intencionalmente el acto conyugal a los tiempos infértiles para evitar el embarazo, como lo hace la Planificación Familiar Natural.
Por esta razón, en el mismo pasaje citado anteriormente, el Papa Pío XI reitera que todo uso del derecho matrimonial – incluyendo cuando la nueva vida no se puede concebir debido al tiempo de infertilidad o a defectos naturales – ¡debe mantener los fines secundarios del matrimonio subordinados al fin primario! Esta enseñanza es un golpe mortal contra la PFN, ya que la misma PFN hace subordinar el fin primario del matrimonio (la procreación y educación de la prole) a otras cosas. Por lo tanto, en resumen, el pasaje citado anteriormente no enseña la PFN, sino meramente enuncia el principio que los esposos pueden utilizar su derecho en cualquier momento. Además, en el mismo párrafo, el mismísimo que los defensores de la PFN erradamente tuercen para justificar su pecaminosa practica de control de la natalidad, el Papa Pío XI condena la PFN reafirmando la enseñanza del fin primario del matrimonio, el cual la PFN subordina a otras cosas.
5ª Objeción) Todos admiten que la “Planificación Familiar Natural” puede usarse para ayudar a la esposa a lograr un embarazo. Por lo tanto, el mismo método se puede usar para evitar el embarazo.
Respuesta: Si los esposos usan la Planificación Familiar Natural para realizar un embarazo, entonces ello es lícito porque en este caso están haciendo todo lo posible para cumplir con el fin primario del matrimonio (la procreación y educación de la prole). Si los esposos usan la Planificación Familiar Natural para evitar el embarazo, es ilícito porque, en este caso, están haciendo todo lo posible para evitar el fin primario del matrimonio (la procreación y educación de la prole).
6ª Objeción) Pero mi sacerdote tradicional me instruyó en la PFN.
Respuesta: Cuando un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo (Mateo 15, 14). Los esposos que usan la PFN saben que están cometiendo pecado. Está escrito en sus corazones. Ellos no necesitan que un sacerdote les diga que ello es malo. Sí, los sacerdotes que obstinadamente instruyen a las personas acerca de la PFN como algo bueno y defienden este método de control de natalidad también son culpables, pero esto no quita la responsabilidad a los esposos que siguen su mal consejo.
Por eso hacemos hincapié que aquellos que aportan dinero a los sacerdotes “tradicionalistas” que promueven o aceptan la PFN deben dejar de hacerlo inmediatamente si es que no quieren tomar parte de su pecado y seguirlos al infierno, ya que estos sacerdotes están llevando almas al infierno.
Esto incluye a los sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, la Sociedad San Pío V, la C.M.R.I. y casi todos los sacerdotes independientes en esta época de la Gran Apostasía.
Conclusión
Los esposos que han utilizado la PFN, pero que están dispuestos a cambiar, no deben desesperar. La PFN es malvada, pero Dios es misericordioso y perdonará a los que están firmemente resueltos a cambiar sus vidas y confesar sus pecados. Los que han usado la PFN necesitan arrepentirse de su pecado y confesar a un sacerdote válidamente ordenado que practicaron el control de la natalidad (debe mencionarse por cuánto tiempo se usó). Tanto la esposa como el marido que estuvieron de acuerdo en usar la PFN tienen que confesarlo. Deben abrirse a la voluntad de Dios. Que Él decida cuántos hijos desea enviarles – sin preocupaciones o conocimiento de gráficos, ciclos fértiles o estériles –, buscando primero el reino de Dios y su justicia, dejando que Dios planifique su familia.
Notas:
[1] The Papal Encyclicals [Las Encíclicas Papales], de Claudia Carlen, Raleigh: The Pierian Press, vol. 5, p. 227.
[7] Jurgens, The Faith of the Early Fathers [La Fe de los Primeros Padres], Collegeville, MN, The Liturgical Press, 1970, vol. 3:2233.
[8] Denzinger, The Sources of Catholic Dogma, B. Herder Book. Co., Thirtieth Edition, 1957, no. 1159.
[9] John. J. Delaney, Pocket Dictionary of Saints [Diccionario pequeño de los santos] (edición íntegra inglesa), New York: Double Day, 1980, p. 251.
[11] Warren H. Carroll, A History of Christendom [Una Historia de la Cristiandad], vol. 2 (The Building of Christendom [Construyendo la Cristiandad]), 1987, p. 387.
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