Sagrado Reyno Oriental Católico del Uruguay

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¡Arriba el Sagrado Uruguay! ¡VIVA NUESTRA SEÑORA DE LOS 33 ORIENTALES! ¡VIVA CRISTO REY!

viernes, 14 de agosto de 2015

¡NO nos callaremos jamás! ¡ALERTA IRRELIGIÓN FOREVER!!!!

Por Nadia Soldado.  


El señor Silvio Capiscoconi ha hecho una gran labor en el blog ALERTA IRRELIGIÓN, y tanto tiempo le ha dedicado, con la ayuda de su equipo, que ha descuidado un poco sus otros blogs, como éste y el de Extrema Derecha Uruguaya, que antes le había pertenecido a nuestro mentor, el gran Billy Gates 203. 
Queremos dejar bien claro a la gente que nosotros NO cerramos ni jamás pensamos en cerrar el blog ALERTA IRRELIGIÓN. No está más en Blogger porque los corruptos sionistas de Google, nos censuraron por DENUNCIAS FALSAS por parte de la poderosa Liga AntiDifamación, y los grandes lobbies LGBT/femini-bolches estadounidenses. Esos corruptos alegan que nosotros incentivamos el "odio" contra ellos, pero la verdad que todos nosotros sabemos, es que son ellos quienes nos odian a muerte. Es increíble ver la cantidad de comentarios insultantes que nos llegan a nuestras casillas de correo, diariamente, gentuza que nos amenaza de muerte y nos ordena que nos callemos. Imbéciles que vienen a burlarse y dicen que "bastante demoraron en censurarlos"; todos esos son basura, según nuestro humilde entender. Son personas cegadas por el humo del demonio, que desprecian todo lo cristiano y puro. Ellos les molesta oír, leer y ver la Verdad, y por eso quieren censurar blogs cristianos ultra-conservadores como el de Alerta Irreligión.
Pero Google sólo lo censuró porque Alerta Irreligión, es el mayor blog de noticias desde un punto de vista religioso católico ultramontano y ultraconservador. Google no tiene ningún problema con las páginas asquerosas anticristianas, ateas, comunistas, satánicas y pornográficas. Toda esa basura es perfectamente legal para ellos, pero cuando ven un sitio católico, conservador y decente, totalmente íntegro y que siempre buscaba la Verdad como Alerta Irreligión, ellos deciden censurarlo, y más en nuestro caso, puesto que Alerta Irreligión era (o es, vamos a seguir, aunque en otra dirección) el sitio católico-conservador más visitado de Uruguay y de Hispanoamérica. Eso demuestra que estamos despertando consciencias, ¡y eso asusta muchísimo al Sistema! ELLOS LE TIENEN MIEDO AL PUEBLO...¡TIENEN MIEDO QUE EL PUEBLO DESPIERTE Y SE LES VUELVA EN SU CONTRA!
Por eso fue que nos censuraron: porque éramos muy visitados.
Porque movimos todas las estructuras...
Porque hicimos temblar las copas de los árboles...
Porque les dimos miedo a los poderosos...
Por eso nos reprimen, porque nos tienen MIEDO, y sobre todo, porque le tienen MIEDO AL PUEBLO DESPIERTO Y CONSCIENTE DE LA VERDAD, la verdad de que este mundo está gobernado por una CASTA JUDÍA ASQUEROSA Y CORRUPTA. 
Queremos que el Sistema sepa que NO les tenemos miedo, que NO NOS VAMOS A CALLAR, QUE VAMOS A SEGUIR ESCRIBIENDO EN CONTRA DE USTEDES. 
Sabemos que nos van a descalificar como "odiadores", pero eso es mentira, nosotros sólo decimos la verdad y los malvados son ustedes los corruptos del Sistema Global Judaico. 
ALERTA IRRELIGIÓN NO SE DETIENE. 
NUESTRA CONTRARREVOLUCIÓN ULTRA-FASCISTA NO SE DETENDRÁ HASTA LA VICTORIA. 
¡VIVA CRISTO REY! 
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Nuevo blog de Alerta Irreligión: https://alertairreligion.wordpress.com/

jueves, 30 de enero de 2014

Desde BastiónNR:

Jueves, 3 de octubre de 2013

Capitalismo y Comunismo - Cita del General Peron


“Pensamos que tanto el capitalismo como el comunismo son sistemas ya superados por el tiempo. Consideramos al capitalismo como la explotación del hombre por el capital y al comunismo como la explotación del individuo por el Estado. Ambos insectifican a la persona mediante sistemas distintos. Creemos más; pensamos que los abusos del capitalismo son la causa y el comunismo el efecto. Sin capitalismo el comunismo no tendría razón de ser, creemos igualmente que, desaparecida la causa, se entraría en el comienzo de la desaparición del efecto.”
General Juan Domingo Perón.


jueves, 19 de septiembre de 2013

Textos Silvianos: En defensa del dogma de la predestinación

Libro "Textos Silvianos: En defensa del dogma de la predestinación"

Por Silvio Capiscoconi. 
HAGA CLIC AQUÍ PARA LEER ESTE LIBRO.
Finalmente he publicado vía internet mi primer libro, que será completamente gratis y se titula: "Textos silvianos: En defensa del dogma de la predestinación".
En este libro yo defiendo la verdad del dogma de la predestinación católica, con argumentos lógicos y ejemplos sencillos.

miércoles, 31 de julio de 2013

Sobre San Ignacio de Loyola

Desde MilesChristi.

"

Martes, 31 de julio de 2012

SAN IGNACIO DE LOYOLA, CONFESOR, FUNDADOR Y SOLDADO DE CRISTO


Haced todo a gloria de Dios.
(1 Cor. 10, 31)

San Ignacio de Loyola

SAN IGNACIO nació probablemente, en 1491, en el castillo de Loyola en Azpeitia, población de Guipúzcoa, cerca de los Pirineos. Su padre, don Bertrán, era señor de Ofiaz y de Loyola, jefe de una de las familias más antiguas y nobles de la región. Y no era menos ilustre el linaje de su madre, Marina Sáenz de Licona y Balda. Iñigo (pues ése fue el nombre que recibió el santo en el bautismo) era el más joven de los ocho hijos y tres hijas de la noble pareja. Iñigo luchó contra los franceses en el norte de Castilla. Pero su breve carrera militar terminó abruptamente el 20 de mayo de 1521, cuando una bala de cañón le rompió la pierna durante la lucha en defensa del castillo de Pamplona. Después de que Iñigo fue herido, la guarnición española capituló.

Los franceses no abusaron de la victoria y enviaron al herido en una litera al castillo de Loyola (su hogar). Como los huesos de la pierna soldaron mal, los médicos consideraron necesario quebrarlos nuevamente. Iñigo se decidió a favor de la operación y la soportó estoicamente ya que anhelaba regresar a sus anteriores andanzas a todo costo.

Pero, como consecuencia, tuvo un fuerte ataque de fiebre con tales complicaciones que los médicos pensaron que el enfermo moriría antes del amanecer de la fiesta de San Pedro y San Pablo. Sin embargo empezó a mejorar, aunque la convalecencia duró varios meses. No obstante la operación de la rodilla rota presentaba todavía una deformidad. Iñigo insistió en que los cirujanos cortasen la protuberancia y, pese a éstos le advirtieron que la operación sería muy dolorosa, no quiso que le atasen ni le sostuviesen y soportó la despiadada carnicería sin una queja. Para evitar que la pierna derecha se acortase demasiado, Iñigo permaneció varios días con ella estirada mediante unas pesas. Con tales métodos, nada tiene de extraño que haya quedado cojo para el resto de su vida.

Con el objeto de distraerse durante la convalecencia, Iñigo pidió algunos libros de caballería (aventuras de caballeros en la guerra), a los que siempre había sido muy afecto. Pero lo único que se encontró en el castillo de Loyola fue una historia de Cristo y un volumen de vidas de santos. Iñigo los comenzó a leer para pasar el tiempo, pero poco a poco empezó a interesarse tanto que pasaba días enteros dedicado a la lectura. Y se decía:
"Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, bien yo puedo hacer lo que ellos hicieron".

Inflamado por el fervor, se proponía ir en peregrinación a un santuario de Nuestra Señora y entrar como hermano lego a un convento de cartujos. Pero tales ideas eran intermitentes, pues su ansiedad de gloria y su amor por una dama, ocupaban todavía sus pensamientos. Sin embargo, cuando volvía a abrir el libro de la vida de los santos, comprendía la futilidad de la gloria mundana y presentía que sólo Dios podía satisfacer su corazón. Las fluctuaciones duraron algún tiempo. Ello permitió a Iñigo observar una diferencia: en tanto que los pensamientos que procedían de Dios le dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad, los pensamientos vanos le procuraban cierto deleite, pero no le dejaban sino amargura y vacío. Finalmente, Iñigo resolvió imitar a los santos y empezó por hacer toda penitencia corporal posible y llorar sus pecados.
Aparición de Nuestra Señora a San Ignacio, por Sebastián Ricci

Una noche, se le apareció la Madre de Dios, rodeada de luz y llevando en los brazos a Su Hijo. La visión consoló profundamente a Ignacio. Al terminar la convalecencia, hizo una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Montserrat, donde determinó llevar vida de penitente. Su propósito era llegar a Tierra Santa y para ello debía embarcarse en Barcelona que está muy cerca de Montserrat. La ciudad se encontraba cerrada por miedo a la peste que azotaba la región. Así tuvo que esperar en el pueblecito de Manresa, no lejos de Barcelona y a tres leguas de Montserrat. El Señor tenía otros designios más urgentes para Ignacio en ese momento de su vida. Lo quería llevar a la profundidad de la entrega en oración y total pobreza. Se hospedó ahí, unas veces en el convento de los dominicos y otras en un hospicio de pobres. Para orar y hacer penitencia, se retiraba a una cueva de los alrededores. Así vivió durante casi un año.
 Cueva de Manresa, donde San Ignacio hizo penitencia durante un año (allí nacieron los Ejercicios Espirituales)

"A fin de imitar a Cristo nuestro Señor y asemejarme a El, de verdad, cada vez más; quiero y escojo la pobreza con Cristo, pobre más que la riqueza; las humillaciones con Cristo humillado, más que los honores, y prefiero ser tenido por idiota y loco por Cristo, el primero que ha pasado por tal, antes que como sabio y prudente en este mundo". Se decidió a "escoger el Camino de Dios, en vez del camino del mundo"... hasta lograr alcanzar su santidad.

A las consolaciones de los primeros tiempos sucedió un período de aridez espiritual; ni la oración, ni la penitencia conseguían ahuyentar la sensación de vacío que encontraba en los sacramentos y la tristeza que le abrumaba. A ello se añadía una violenta tempestad de escrúpulos que le hacían creer que todo era pecado y le llevaron al borde de la desesperación. En esa época, Ignacio empezó a anotar algunas experiencias que iban a servirle para el libro de los "Ejercicios Espirituales". Finalmente, el santo salió de aquella noche oscura y el más profundo gozo espiritual sucedió a la tristeza. Aquella experiencia dio a Ignacio una habilidad singular para ayudar a los escrupulosos y un gran discernimiento en materia de dirección espiritual. Más tarde, confesó al P. Laínez que, en una hora de oración en Manresa, había aprendido más de lo que pudiesen haberle enseñado todos los maestros en las universidades. Sin embargo, al principio de su conversión, Ignacio estaba tan sugestionado por la mentalidad del mundo que, al oír a un moro blasfemar de la Santísima Virgen, se preguntó si su deber de caballero cristiano no consistía en dar muerte al blasfemo, y sólo la intervención de la Providencia le libró de cometer ese crimen.

En febrero de 1523, Ignacio por fin partió en peregrinación a Tierra Santa. Pidió limosna en el camino, se embarcó en Barcelona, pasó la Pascua en Roma, tomó otra nave en Venecia con rumbo a Chipre y de ahí se trasladó a Jaffa. Del puerto, a lomo de mula, se dirigió a Jerusalén, donde tenía el firme propósito de establecerse. Pero, al fin de su peregrinación por los Santos Lugares, el franciscano encargado de guardarlos le ordenó que abandonase Palestina, temeroso de que los mahometanos, enfurecidos por el proselitismo de Ignacio, le raptasen y pidiesen rescate por él. Por lo tanto, el joven renunció a su proyecto y obedeció, aunque no tenía la menor idea de lo que iba a hacer al regresar a Europa. Otra vez, la Divina Providencia tenía designios para esta alma tan generosa.

En 1524, llegó de nuevo a España, donde se dedicó a estudiar, pues "pensaba que eso le serviría para ayudar a las almas". Una piadosa dama de Barcelona, llamada Isabel Roser, le asistió mientras estudiaba la gramática latina en la escuela. Ignacio tenía entonces treinta y tres años, y no es difícil imaginar lo penoso que debe ser estudiar la gramática a esa edad. Al principio, Ignacio estaba tan absorto en Dios, que olvidaba todo lo demás; así, la conjugación del verbo latino "amare" se convertía en un simple pretexto para pensar: "Amo a Dios. Dios me ama". Sin embargo, el santo hizo ciertos progresos en el estudio, aunque seguía practicando las austeridades y dedicándose a la contemplación y soportaba con paciencia y buen humor las burlas de sus compañeros de escuela, que eran mucho más jóvenes que él.

Al cabo de dos años de estudios en Barcelona, pasó a la Universidad de Alcalá a estudiar lógica, física y teología; pero la multiplicidad de materias no hizo más que confundirle, a pesar de que estudiaba noche y día. Se alojaba en un hospicio, vivía de limosna y vestía un áspero hábito gris. Además de estudiar, instruía a los niños, organizaba reuniones de personas espirituales en el hospicio y convertía a numerosos pecadores con sus reprensiones llenas de mansedumbre.

Había en España muchas desviaciones de la devoción. Como Ignacio carecía de los estudios y la autoridad para enseñar, fue acusado ante el vicario general del obispo, quien le tuvo prisionero durante cuarenta y dos días, hasta que, finalmente, absolvió de toda culpa a Ignacio y sus compañeros, pero les prohibió llevar un hábito particular y enseñar durante los tres años siguientes. Ignacio se trasladó entonces con sus compañeros a Salamanca. Pero pronto fue nuevamente acusado de introducir doctrinas peligrosas. Después de tres semanas de prisión, los inquisidores le declararon inocente. Ignacio consideraba la prisión, los sufrimientos y la ignominia como pruebas que Dios le mandaba para purificarle y santificarle. Cuando recuperó la libertad, resolvió abandonar España. En pleno invierno, hizo el viaje a París, a donde llegó en febrero de 1528.

Los dos primeros años los dedicó a perfeccionarse en el latín, por su cuenta. Durante el verano iba a Flandes y aun a Inglaterra a pedir limosna a los comerciantes españoles establecidos en esas regiones. Con esa ayuda y la de sus amigos de Barcelona, podía estudiar durante el año. Pasó tres años y medio en el Colegio de Santa Bárbara, dedicado a la filosofía. Ahí indujo a muchos de sus compañeros a consagrar los domingos y días de fiesta a la oración y a practicar con mayor fervor la vida cristiana. Pero el maestro Peña juzgó que con aquellas prédicas impedía a sus compañeros estudiar y predispuso contra Ignacio al doctor Guvea, rector del colegio, quien condenó a Ignacio a ser azotado para desprestigiarle entre sus compañeros. Ignacio no temía al sufrimiento ni a la humillación, pero, con la idea de que el ignominioso castigo podía apartar del camino del bien a aquéllos a quienes había ganado, fue a ver al rector y le expuso modestamente las razones de su conducta. Guvea no respondió, pero tomó a Ignacio por la mano, le condujo al salón en que se hallaban reunidos todos los alumnos y le pidió públicamente perdón por haber prestado oídos, con ligereza, a los falsos rumores. En 1534, a los cuarenta y tres años de edad, Ignacio obtuvo el título de maestro en artes de la Universidad de París.

Las palabras fervorosas de Ignacio, llenas del Espíritu Santo, abrió los corazones de algunos compañeros. Por aquella época, se unieron a Ignacio otros seis estudiantes de teología: Pedro Fabro, que era sacerdote de Saboya; Francisco Javier, un navarro; Laínez y Salmerón, que brillaban mucho en los estudios; Simón Rodríguez, originario de Portugal y Nicolás Bobadilla. Movidos por las exhortaciones de Ignacio, aquellos fervorosos estudiantes hicieron voto de pobreza, de castidad y de ir a predicar el Evangelio en Palestina, o, si esto último resultaba imposible, de ofrecerse al Papa para que los emplease en el servicio de Dios como mejor lo juzgase. La ceremonia tuvo lugar en una capilla de Montmartre, donde todos recibieron la comunión de manos de Pedro Fabro, quien acababa de ordenarse sacerdote. Era el día de la Asunción de la Virgen de 1534. Ignacio mantuvo entre sus compañeros el fervor, mediante frecuentes conversaciones espirituales y la adopción de una sencilla regla de vida. Poco después, hubo de interrumpir sus estudios de teología, pues el médico le ordenó que fuese a tomar un poco los aires natales, ya que su salud dejaba mucho que desear. Ignacio partió de París, en la primavera de 1535. Su familia le recibió con gran gozo, pero el santo se negó a habitar en el castillo de Loyola y se hospedó en una pobre casa de Azpeitia.

Dos años más tarde, se reunió con sus compañeros en Venecia. Pero la guerra entre venecianos y turcos les impidió embarcarse hacia Palestina. Los compañeros de Ignacio, que eran ya diez, se trasladaron a Roma; Paulo III los recibió muy bien y concedió a los que todavía no eran sacerdotes el privilegio de recibir las órdenes sagradas de manos de cualquier obispo. Después de la ordenación, se retiraron a una casa de las cercanías de Venecia a fin de prepararse para los ministerios apostólicos. Los nuevos sacerdotes celebraron la primera misa entre septiembre y octubre, excepto Ignacio, quien la difirió más de un año con el objeto de prepararse mejor para ella. Como no había ninguna probabilidad de que pudiesen trasladarse a Tierra Santa, quedó decidido finalmente que Ignacio, Fabro y Laínez irían a Roma a ofrecer sus servicios al Papa. También resolvieron que, si alguien les preguntaba el nombre de su asociación, responderían que pertenecían a la Compañía de Jesús (San Ignacio no empleó nunca el nombre de "jesuita". Este nombre comenzó como un apodo), porque estaban decididos a luchar contra el vicio y el error bajo el estandarte de Cristo. Durante el viaje a Roma, mientras oraba en la capilla de "La Storta", el Señor se apareció a Ignacio, rodeado por un halo de luz inefable, pero cargado con una pesada cruz. Cristo le dijo: "Ego vobis Romae propitius ero" (Os seré propicio en Roma). Paulo III nombró al padre Fabro profesor en la Universidad de la Sapienza y confió a Laínez el cargo de explicar la Sagrada Escritura. Por su parte, Ignacio se dedicó a predicar los Ejercicios y a catequizar al pueblo. El resto de sus compañeros trabajaba en forma semejante, a pesar de que ninguno de ellos dominaba todavía el italiano.

Aprobación de Paulo III a los estatutos de la Compañía de Jesús

Ignacio y sus compañeros decidieron formar una congregación religiosa para perpetuar su obra. A los votos de pobreza y castidad debía añadirse el de obediencia para imitar más de cerca al Hijo de Dios, que se hizo obediente hasta la muerte. Además, había que nombrar a un superior general a quien todos obedecerían, el cual ejercería el cargo de por vida y con autoridad absoluta, sujeto en todo a la Santa Sede. A los tres votos arriba mencionados, se agregaría el de ir a trabajar por el bien de las almas adondequiera que el Papa lo ordenase. La obligación de cantar en común el oficio divino no existiría en la nueva orden, "para que eso no distraiga de las obras de caridad a las que nos hemos consagrado". No por eso descuidaban la oración que debía tomar al menos una hora diaria.

La primera de las obras de caridad consistiría en "enseñar a los niños y a todos los hombres los mandamientos de Dios". La comisión de cardenales que el Papa nombró para estudiar el asunto se mostró adversa al principio, con la idea de que ya había en la Iglesia bastantes órdenes religiosas, pero un año más tarde, cambió de opinión, y Paulo III aprobó la Compañía de Jesús por una bula emitida el 27 de septiembre de 1540. Ignacio fue elegido primer general de la nueva orden y su confesor le impuso, por obediencia, que aceptase el cargo. Empezó a ejercerlo el día de Pascua de 1541 y, algunos días más tarde, todos los miembros hicieron los votos en la basílica de San Pablo Extramuros.

Ignacio pasó el resto de su vida en Roma, consagrado a la colosal tarea de dirigir la orden que había fundado. Entre otras cosas, fundó una casa para alojar a los neófitos judíos durante el período de la catequesis y otra casa para mujeres arrepentidas. En cierta ocasión, alguien le hizo notar que la conversión de tales pecadoras rara vez es sincera, a lo que Ignacio respondió: "Estaría yo dispuesto a sufrir cualquier cosa por el gozo de evitar un solo pecado". Rodríguez y Francisco Javier habían partido a Portugal en 1540. Con la ayuda del rey Juan III, Javier se trasladó a la India, donde empezó a ganar un nuevo mundo para Cristo. Los padres Goncalves y Juan Nuñez Barreto fueron enviados a Marruecos a instruir y asistir a los esclavos cristianos. Otros cuatro misioneros partieron al Congo; algunos más fueron a Etiopía y a las colonias portuguesas de América del Sur.

El Papa Paulo III nombró como teólogos suyos, en el Concilio de Trento, a los padres Laínez y Salmerón. Antes de su partida, San Ignacio les ordenó que visitasen a los enfermos y a los pobres y que, en las disputas se mostrasen modestos y humildes y se abstuviesen de desplegar presuntuosa- mente su ciencia y de discutir demasiado. Pero, sin duda que entre los primeros discípulos de Ignacio el que llegó a ser más famoso en Europa, por su saber y virtud, fue San Pedro Canisio, a quien la Iglesia venera actualmente como Doctor. En 1550, San Francisco de Borja regaló una suma considerable para la construcción del Colegio Romano. San Ignacio hizo de aquel colegio el modelo de todos los otros de su orden y se preocupó por darle los mejores maestros y facilitar lo más posible el progreso de la ciencia. El santo dirigió también la fundación del Colegio Germánico de Roma, en el que se preparaban los sacerdotes que iban a trabajar en los países invadidos por el protestantismo. En vida del santo se fundaron universidades, seminarios y colegios en diversas naciones. Puede decirse que San Ignacio echó los fundamentos de la obra educativa que había de distinguir a la Compañía de Jesús y que tanto iba a desarrollarse con el tiempo.

En 1542, desembarcaron en Irlanda los dos primeros misioneros jesuitas, pero el intento fracasó. Ignacio ordenó que se hiciesen oraciones por la conversión de Inglaterra, y entre los mártires de Gran Bretaña se cuentan veintinueve jesuitas. La actividad de la Compañía de Jesús en Inglaterra es un buen ejemplo del importantísimo papel que desempeñó en la contrarreforma. Ese movimiento tenía el doble fin de dar nuevo vigor a la vida de la Iglesia y de oponerse al protestantismo. "La Compañía de Jesús era exactamente lo que se necesitaba en el siglo XVI para contrarrestar la Reforma. La revolución y el desorden eran las características de la Reforma. La Compañía de Jesús tenía por características la obediencia y la más sólida cohesión. Se puede afirmar, sin pecar contra la verdad histórica, que los jesuitas atacaron, rechazaron y derrotaron la revolución de Lutero y, con su predicación y dirección espiritual, reconquistaron a las almas, porque predicaban sólo a Cristo y a Cristo crucificado. Tal era el mensaje de la Compañía de Jesús, y con él, mereció y obtuvo la confianza y la obediencia de las almas" (cardenal Manning). A este propósito citaremos las, instrucciones que San Ignacio dio a los padres que iban a fundar un colegio en Ingolstadt, acerca de sus relaciones con los protestantes: "Tened gran cuidado en predicar la verdad de tal modo que, si acaso hay entre los oyentes un hereje, le sirva de ejemplo de caridad y moderación cristianas. No uséis de palabras duras ni mostréis desprecio por sus errores". El santo escribió en el mismo tono a los padres Broet y Salmerón cuando se aprestaban a partir para Irlanda.

Una de las obras más famosas y fecundas de Ignacio fue el libro de los Los Ejercicios Espirituales. Es la obra maestra de la ciencia del discernimiento. Empezó a escribirlo en Manresa y lo publicó por primera vez en Roma, en 1548, con la aprobación del Papa. Los Ejercicios cuadran perfectamente con la tradición de santidad de la Iglesia. Desde los primeros tiempos, hubo cristianos que se retiraron del mundo para servir a Dios, y la práctica de la meditación es tan antigua como la Iglesia. Lo nuevo en el libro de San Ignacio es el orden y el sistema de las meditaciones. Si bien las principales reglas y consejos que da el santo se hallan diseminados en las obras de los Padres de la Iglesia, San Ignacio tuvo el mérito de ordenarlos metódicamente y de formularlos con perfecta claridad.
Portada de la primera edición de los "Ejercicios Espirituales" de San Ignacio de Loyola (Año del Señor de 1548)

La prudencia y caridad del gobierno de San Ignacio le ganó el corazón de sus súbditos. Era con ellos afectuoso como un padre, especialmente con los enfermos, a los que se encargaba de asistir personalmente procurándoles el mayor bienestar material y espiritual posible. Aunque San Ignacio era superior, sabía escuchar con mansedumbre a sus subordinados, sin perder por ello nada de su autoridad. En las cosas en que no veía claro se atenía humildemente al juicio de otros. Era gran enemigo del empleo de los superlativos y de las afirmaciones demasiado categóricas en la conversación. Sabía sobrellevar con alegría las críticas, pero también sabía reprender a sus súbditos cuando veía que lo necesitaban. En particular, reprendía a aquéllos a quienes el estudio volvía orgullosos o tibios en el servicio de Dios, pero fomentaba, por otra parte, el estudio y deseaba que los profesores, predicadores y misioneros, fuesen hombres de gran ciencia. La corona de las virtudes de San Ignacio era su gran amor a Dios. Con frecuencia repetía estas palabras, que son el lema de su orden: "A la mayor gloria de Dios". A ese fin refería el santo todas sus acciones y toda la actividad de la Compañía de Jesús. También decía frecuentemente: "Señor, ¿qué puedo desear fuera de Ti?" Quien ama verdaderamente no está nunca ocioso. San Ignacio ponía su felicidad en trabajar por Dios y sufrir por su causa. Tal vez se ha exagerado algunas veces el "espíritu militar" de Ignacio y de la Compañía de Jesús y se ha olvidado la simpatía y el don de amistad del santo por admirar su energía y espíritu de empresa.

Durante los quince años que duró el gobierno de San Ignacio, la orden aumentó de diez a mil miembros y se extendió en nueve países europeos, en la India y el Brasil. Como en esos quince años el santo había estado enfermo quince veces, nadie se alarmó cuando enfermó una vez más. Murió súbitamente el 31 de julio de 1556, sin haber tenido siquiera tiempo de recibir los últimos sacramentos.

Fue canonizado en 1622, y Pío XI le proclamó patrono de los ejercicios espirituales y retiros.

-Adaptado del trabajo de Alban Butler et all, edición en español de R.P. Wilfredo Guinea. La Vida de los Santos de Butler, vol. 3. (Chicago USA: Rand McNally, 1965) pg.222-228.

MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA DE SAN IGNACIO

I. San Ignacio, en la soledad de Manresa, había trazado el plano del edificio espiritual que debía edificar durante toda su vida. Su libro de los Ejercicios espirituales es un resumen de lo que debe hacerse y de lo que él mismo hizo para llegar a la perfección. Comenzó por llorar sus pecados y expiarlos mediante ruda penitencia. Es el primer paso: lavar nuestros pecados con lágrimas. Así procedieron todos los santos; ¿los imitamos nosotros? Aunque no hubiésemos cometido sino un solo pecado mortal, seria suficiente para llorar hasta la muerte.

II. El segundo paso hacia la perfección, dice San Ignacio, es la imitación de Jesús que obra y sufre para la gloria de Dios y la salvación de los hombres. San Ignacio ha seguido paso a paso a este Modelo de los predestinados: después de su conversión llevó primero una vida escondida como Él; después se consagró por entero a la salvación del prójimo, sufriendo a causa de esto injurias, calumnias y prisi6n. ¿Cómo imitamos nosotros la vida oculta de Jesús, sus trabajos y sus sufrimientos? Sigamos la divisa de San Ignacio: Todo para la mayor gloria de Dios.

III. El tercer paso hacia la perfección, que tan alto elevó la santidad de San Ignacio, es la unión perfecta con Dios. Para llegar a ella, hay que desasirse del temor de todo lo que no sea Dios, y darse enteramente a Él. Tenemos amor para las cosas de este mundo, y no lo tenemos para Dios. ¡Todo amamos, todo buscamos, sólo Dios nada vale ante nuestros ojos! (Salviano).


El celo por la gloria de Dios
Orad por las órdenes religiosas.

ORACIÓN

Oh Dios, que, para la mayor gloria de vuestro Nombre, habéis dado por el bienaventurado Ignacio un nuevo socorro a vuestra Iglesia militante, haced, que después de haber combatido en la tierra, siguiendo su ejemplo y bajo su protecci6n, merezcamos ser coronados con él en el cielo. Por J. C. N. S. Amén.

jueves, 27 de junio de 2013

El que es patriota celebra el Santo Golpe

¡A 40 años del Santo Golpe de Estado!

Por Silvio Capiscoconi.
Noticia de un diario de la época.
Un día como el de hoy, pero de 1973, hace ya unos 40 años atrás, nuestras Fuerzas Armadas realizaron un golpe de Estado que fue en verdad Santo, por Dios y por la Patria; así los militares salvaron la Patria de la inmundicia terrorista marxista. Uno de los grandes héroes del Santo Golpe, denominado así por el apoyo explícito de la verdadera Iglesia Católica al mismo, fue el Caudillo del Carlismo D. Juan María Bordaberry, quien había asumido la Presidencia de la República el 1 de marzo de 1972; el 23 de febrero de 1973, a través del Decreto N°163/973 se creó el Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), con la finalidad de asesorar al Poder Ejecutivo en todo lo concerniente a la Seguridad Nacional, ya que recordemos que por aquellas épocas el terrorismo judeo-marxista tupamaro avanzaba día a día, y por eso la cúpula militar vio la necesidad imperiosa de realizar un golpe de Estado, con el apoyo de la cúpula clerical y la aristocracia y burguesía oriental. LEER MÁS.

miércoles, 9 de enero de 2013

Serk habla del sexismo...

Desde Battle Serk.

"2 de agosto de 2012

¡NO al SEXISMO!

¡NO al SEXISMO!
¡Ni MACHISMO! ¡Ni FEMINISMO!

El sexismo tiene dos caras: una el machismo y otra el feminismo. Este último término que a menudo se asocia al nacionalsocialismo, algo así como "feminazismo". Una buena estrategia la verdad, "si caigo yo caemos los dos". Traducido: si cae el feminismo cae el nacionalismo (porque no nos engañemos, los medios desinformativos no dudan en asociar al nazismo toda ideología nacionalista).
El machismo está en vías de extinción. Al menos entre los europeos. Cosa distinta es que el fenómeno esté presente en nuestra tierra traída por manos forasteras, especialmente de condición mahometana.
Mientras tanto, el feminismo (bajo el eufemismo de "igualdad" o "igualitarismo") es una potente arma ideológica en expansión.

Ciego es quien lea en mis palabras la intención de menospreciar a las mujeres. De hecho creo que son lo más bonito que ha creado la Naturaleza. Por eso mismo me niego a aceptar, por mucho que hable de "igualdad" esa nefasta ideología, que el reconocer la dignidad de la mujer sea tratarla como un objeto sexual desalmado.
El feminismo desvirtúa su naturaleza.

¿Igualdad? Por supuesto. Aunque para distinguirme prefiero llamarlo EQUIDAD. Equidad ante la Justicia, teniendo en cuenta que TODA y CUALQUIER persona es, por ser persona, un individuo con alma, vida y merecedor de la dignidad, la libertad y el honor. Sea cual sea su origen y condición. Son sus actos y no su ser lo que determinará si merece mejor o peor trato. Pero a priori toda persona merece equidad ante la justicia.
No obstante, el feminismo niega las diferencias NATURALES y EVIDENTES entre el hombre y la mujer. Y para convencer, argumenta que estas diferencias son reconocidas por mentes machistas. 
Nada más lejos de la realidad: la postura realmente justa es la que reconoce diferencias naturales entre ambos sexos, la que comprende su naturaleza y la que juzga actos sin importar su ser. El feminismo, no.

Así que, tal y como aparece en la imagen, ese es mi mensaje no para las feministas pero sí para el feminismo.

martes, 25 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad 2012!

A todos los lectores de Fundamentalismo Oriental y mis otros blogs, les deseo una muy feliz y santa Navidad.
Desde MilesChristi:


¿CÓMO TE PREPARAS PARA LA NAVIDAD?

Desde SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS

Queridos hermanos, estamos en la víspera del nacimiento del Santo Niño Jesús;muchos de nuestros hermanos confundidos por el ruido de la vida, viven de lo exterior, de lo intrascendente, de lo que el viento se lleva…

Se apresuran a comprar algunas cosas, a preparar alguna cena, algún brindis, y esas cosas… Ruido por todas partes, ruido en la calle, en tu casa y en tu alma.

¿Dónde queda el Niñito Jesús?, ¿Cómo te preparas tú para la navidad?...también piensas comprar una botella de vino y hacer una buena cena…

Disculpa la pregunta, pero ¿vas a comulgar esta navidad?, ¿no te gustaría darle un regalo al niño pobre que ese día, como muchos otros, se acostara a dormir con hambre…?

El Santo niño Jesús nació en la misma pobreza, y en cambio nosotros, queremos tenerlo todo…

Este día de navidad, Dios te va a visitar, tenlo por seguro; y se quedara contigo si tú lo recibes, si tú le abres las puertas de tu corazón. Y sabes… el Santo Niño Jesús no pide grandes cosas, es tan bueno que se conforma con tan poco… Un corazón contrito y humillado.

¿Verdad que te gustaría hacer una buena confesión?, verdad que sí, háblale a quien tiene mucho que le guardas sentimiento y si no es mucho pedir, apártate de los demás y dile al Santo Niño Jesús que te cambie, que te haga de nuevo y sobre todo que te de fuerzas para resistir a la tentación…

No te impacientes, ten calma, quita poco a poco lo que te separa de Dios, quita lo intrascendente, el ruido y podrás escuchar mejor al Señor en tu corazón.

La soledad y el silencio nos ayudan tanto a encontrarnos a nosotros mismos, a ver la vanidad del mundo, a encontrar el camino perdido.

Qué ironía, hoy como hace dos mil años, no hay lugar para Dios; dice el Santo Evangelio: "Y dio a luz a su Hijo primogénito, y le envolvió en pañales, y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada…"ahora tampoco hay lugar en muchas almas para arrepentirse de corazón, para recibirlo… no tienen lugar porque están ocupados en mil bagatelas, en tantas prisas que ya no saben ni lo que quieren… que no te pase a ti lo mismo.

Querido hermano, cuando tengas un momento de soledad, pídele perdón al Santo Niño Jesús y que te ayude con tu pobre y miserable naturaleza humana; ten confianza, el niñito Jesús es muy bueno… y te quiere tanto, que por ti, solo por ti, quiere sufrir hambre y miseria, para que tú seas feliz… 
Santo Niño Jesús, te pido con todas la fuerzas de mi pobre corazón, por todos mis hermanos, por todos los hombres, para que tu mano santa nos bendiga esta navidad; aunque miserables pecadores, en el fondo de nuestro corazón llevamos escondida la sed de ti, de paz y de amor.

Que Dios y María Santísima los bendiga.

+ Pbro. Hernán Arturo Vergara Monroy
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